A pocos metros del memorial, un árbol generoso, con 200 años de pie, se sienta entronizado en medio de una plaza como testigo del pasado. Una vez que salieron de las chozas, los esclavos se detuvieron allí y caminaron alrededor de ellas 3 veces. Este ritual les garantizó que su espíritu regresaría a la tierra de sus ancestros sin importar qué y dónde murieran. Última voluntad concedida a seres humanos en tiempo prestado.
El árbol del retorno es también un árbol místico que tiene como objetivo unir el alma de los esclavos a su tierra natal. Así, cuando mueran, su alma volverá a tierra firme.
Los esclavos que salen de la caja negra dan tres vueltas a este árbol antes de regresar a la puerta sin retorno: la partida hacia un destino desconocido. Unos para morir en el camino y arrojados al mar, otros para desembarcar en los campos de algodón, arroz o caña de azúcar con la constante amenaza del látigo.
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